¿Cuantas veces has sentido que quieres correr y huir? como si con ello todo fuera más fácil, como si en otro lugar fuera más sencillo descansar cuando tu ser interior no está en calma.
Pasamos la vida como zombies, viviendo lo que nos ponen en el camino, me refiero a que a veces ni siquiera escogemos lo que deseamos; sino que permitimos que elijan por nosotros; la carrera, porque es lo que da, el matrimonio porque te quedas solterona o solterón, los hijos porque si no la vida no tiene sentido, el trabajo porque hay que trabajar duro ya que “la vida no es fácil”, estar delgada o delgado no por amor propio sino por encajar, limitarte a soñar porque debes bajarte de la nube, coartarte a vivir lo que deseas por temor a qué pensarán, ver televisión y estar pegado del celular porque de ese modo estamos más que controlados.
Pasan los días, los años, ves atrás, y muchas veces te encuentras con el mismo ser pero en circunstancias diferentes, es más, has perdido la alegría de vivir, ya no ríes a carcajadas o no ríes, ya no buscas juego en lo que haces, ya te tomas tu existencia tan en serio que se te olvidó la esencia… por eso YO estoy de acuerdo con un sacudón.
Uno o muchos que me permitan elegir muy a pesar de lo que pueden pensar, que si encajo o desencajo no me perturbe, porque sé que mis decisiones protegen mi corazón y aportan al corazón del planeta, en eso trabajo día a día. No quiere decir que todos los sientan así, pero es mi correcta intención.

Los sacudones casi nunca los comprendes, pero son necesarios. ¿Por qué? Cuando hay un sacudón, cae todo lo que tiene que caer, salen los velos que no permitían ver, se aleja todo aquello que no corresponde con tu vibración, se manifiesta la verdad de cada ser y situación, porque un sacudón para ti o para mí, impacta a los que están cerca en vibraciones y pulsos que te hacen más fuerte o vulnerable, tu elijes.
Cuando haces de tu vida una rutina, temes sacudirte o sientes pereza de hacerlo…pero la transformación que genera, al enfrentarte a tus sombras y tener el coraje de iluminarlas por el deseo de trascender. Y no es necesario llevarlo a un plano irreal, es qué trasciendes en tu día a día, en tu capacidad de ser tu mejor versión.
En la aviación los sacudones son necesarios, a veces extremos, pero necesarios; por lo que es un deber autosacudirnos en cada uno de los procesos donde estamos. No permitir que la rutina sea la maestra de nuestra vida, que el piloto comprenda que siempre está en constante evolución, en constante aprendizaje, que cada vuelo por más “igual” que parezca ser, requiere toda la planeación como si fuese el primero; para evitar ser sacudido de una manera no placentera.
Que el técnico jamás sea un producto terminado y se apoye en las herramientas que tiene, ya que la cabeza y la memoria pueden jugar una mala pasada.
Que todos los administrativos comprendamos y nos sacudamos ante la necesidad de estar atentos, porque todos hacemos parte de un todo y de esta manera somos tan responsables frente al computador o dentro del hangar, como en el aire.
Date un sacudón, sin temor, el temor nunca te va a permitir ver el maravilloso ser que eres, te lo aseguro que siempre va a valer la pena. Que vivan los sacudones, sobretodo los que se dan con consciencia.
Agradecemos el sacudón que estamos viviendo, nos ayuda a ver la lealtad de cada ser, la fuerza de quienes lideran, el acompañamiento y amor real.
Gratitud por los caminos que se abren, cuando el ser permite sacudirse.