En nuestro anterior artículo, tratamos en grosso modo sobre la fatiga en la aviación, su definición, aspectos generales, los síntomas en los cuales se presenta y una breve reflexión sobre la responsabilidad de cada persona ante éste factor; en el nuevo post, nuestro Director de Operaciones, Capitán Wilson López, nos profundiza sobre el tema desde su experiencia como piloto de helicóptero y líder de la organización.
¿Qué es la fatiga y cómo se presenta?
La fatiga en la aviación es acumulativa, es decir, la actividad de vuelo o los cambios que afectan a los tripulantes de cabina y pilotos se van sumando a través del tiempo.
Un ejemplo de ello, los ciclos cotidianos de las jornadas de trabajo producen cargas de estrés, las cuales, generan fatiga; al ser repetitivas se acumulan, hasta el punto de llegar a convertirse en un riesgo absoluto, convirtiéndose en fatiga crónica (situación que puede surgir después de varios episodios de fatiga acumulativa como resultado de una actividad de vuelo muy intensa, sostenida durante mucho tiempo. La posibilidad de que aparezca el fenómeno de distorsión temporal se incrementa frente a una situación de peligro o durante la resolución de una emergencia. En esta etapa no sólo la seguridad de vuelo está en peligro sino la integridad del piloto.)[1]
Ésta se empieza a evidenciar con diferentes síntomas: ciclos de microsueño, irritabilidad, inestabilidad emocional, pérdida de la memoria, poca concentración en las tareas, ansiedad, agotamiento, extenuación, entre otros.
Es allí, en donde nosotros como pilotos, debemos de auto reportarnos y decir “estoy fatigado, tengo que parar, tengo que hacer un alto en la operación”
Ahora bien, como la fatiga crónica es acumulativa, ésta se puede presentar en cualquier momento, por ejemplo, en donde no estás con la conciencia situacional suficiente para definir o tomar una decisión.
También se vuelve muy acumulativa en esas tripulaciones que hacen parte de vuelos de largo alcance, donde se cambian los ciclos de sueño; un ejemplo, cuando sales de Medellín, vienes con una regularidad en la operación y al llegar a Europa, vas a tener un cambio significativo de horario. Eso hace que el piloto empiece a entrar en situaciones diferentes de cansancio, ya que, viene de un ciclo de 12 horas, donde amanece y anochece a las seis, fisiológicamente el cuerpo ya se encuentra adaptado a ese ciclo y al llegar a un lugar donde la luz día está presente 14 a 15 horas, esté se expone a un cambio abrupto.
Cuando entramos en fatiga crónica, eso genera una incapacidad de vuelo; el piloto o tripulación reduce automáticamente su capacidad para estar al mando de una aeronave. Por eso, es fundamental la correcta comunicación y el correcto manejo de recursos de cabina, en donde las tripulaciones como equipo humano identifican aquellos factores asociados que pueden estar surgiendo en el otro.
Los factores pueden evidenciarse en el uso de una lista de chequeo o en una conversación, en donde normalmente la persona siempre tiene una respuesta adecuada y de un momento a otro cambia su humor, olvida algo o no está atento a la tarea que está ejecutando. Aquí entra el deber de la persona de reportar al otro.
Como sabemos, las personas somos muy diferentes, hay pilotos que están expuestos a mayores situaciones de estrés y pueden soportar grandes cargas de trabajo; en cambio, hay otros que aunque cuentan con una carga de estrés normal y tuvieron un buen receso laboral para recuperar fuerzas, tienen diferentes situaciones adversas en su entorno personal que no dejan que este tenga un descanso efectivo, acumulándose y formando una bomba de tiempo.
“Capitán, usted que tiene tanta experiencia en el sector, ¿cómo aprendió a separar las diferentes situaciones de la vida, tanto profesional y personal, al comprender que cuando se está en vuelo, todos los sentidos deben estar solo proyectados en esa actividad?”
Uno se puede subir a una cabina de vuelo y dejar a un lado las situaciones personales, problemas, todo; pero, eso no se logra en los primeros días o años de experiencia. Se consigue, cuando vas madurando como piloto.
Un piloto con la suficiente maduración sabe que en el momento que está sentado ahí, no hay ningún punto externo que pueda influir en sus decisiones, si no lo que está entrenado para hacer. Parte vital de lo anterior, el entrenamiento. Es importante someter al piloto a situaciones de estrés, para que tome las decisiones más acertadas.
Al ser la fatiga un factor neurálgico, ¿Cómo deben manejar las compañías este tema?
Las empresas como tal, tenemos como herramienta realizar una adecuada rotación de acuerdo a la normatividad vigente, cumplir con los descansos y los tiempos normales de asignación de vuelo. Un ejemplo, como Director de Operaciones tengo que asignar a un piloto a un vuelo al medio día, no lo voy a citar a cumplir un horario desde las 8:00 am. Así este sentado esperando 4 horas, eso genera cansancio; es preferible que llegue una hora o dos horas antes para que realice su planificación y todo lo concerniente al vuelo, para que esté al 100% en la operación. Otro caso, si un piloto llega con una situación familiar grave y expone que no está con todas sus capacidades para volar, es mil veces preferible asignar a otro piloto o atrasar el vuelo.
Ahora bien, las compañías deben crear y fortalecer ese lazo de confianza con sus colaboradores, ya que, no sirve de nada si un piloto o tripulante informa de su situación y la compañía lo ignora totalmente. Deben ver en el piloto o tripulante el ser humano que es, no como “algo” que simplemente produce unos números y le genera rentabilidad a la organización.
[1] Tomado de: http://hunicken.tripod.com/fatiga.html